La detección de fugas invisibles o la reutilización de las gotas de lluvia ayudan a reducir el alto gasto en las comunidades de propietarios.

Ingentes cantidades de agua se están malgastando en este mismo instante en su finca. En un día puede perder entre 5.000 y 6.000 litros. Las comunidades de propietarios españolas derrochan tanta agua que podrían llenar cientos de piscinas olímpicas cada año. No es para sentirse orgulloso, sobre todo cuando estos días se celebra en Madrid la Cumbre del Clima mundial, que trata de luchar contra el cambio climático. El dispendio tampoco es bueno para bolsillo de los vecinos. El consumo de agua supone el 60% del gasto total que tiene una comunidad de propietarios —que tenga calefacción y agua caliente sanitaria—, según datos del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (Idae).

La buena noticia es que los propietarios pueden poner remedio cuando quieran. Para empezar, una finca puede ahorrar 2,5 millones de litros al año si instala un sistema de alerta rápida de fugas internas, roturas no visibles de tuberías enterradas o las filtraciones en piscinas.

El problema es que las fugas no suelen ser visibles y no se pueden detectar antes de que llegue la factura que descuadre las cuentas vecinales. Además, las empresas suministradoras de agua no se responsabilizan por estos incidentes. Los vecinos pueden evitar sustos colocando un dispositivo con uno o varios sensores de caudal, señala Antonio Martínez, director ejecutivo de Wiwater, empresa dedicada a la gestión de los consumos de agua en el sector residencial. El sistema trabaja de forma remota y en tiempo real para detectar consumos excesivos o fugas en las instalaciones comunitarias. “Son muchas las comunidades que cuentan con jardines, piscinas y fuentes y que tienen cientos de tuberías enterradas. Hemos detectado infinidad de fugas a través de algoritmos y análisis de big data”, señala Martínez, que define estas fugas como “los ladrones del agua”. Calcula que el derroche de 1.000 fincas serviría para llenar 500 piscinas olímpicas.

Si el gasto sigue disparado quizá hay que pensar en un mal uso de las instalaciones, un desacertado diseño del inmueble o, incluso, puede ser que los contadores estén mal dimensionados y haya problemas de tarificación, apunta Luis Martín, director de Hidrología Sostenible, empresa que realiza estudios integrales y diseña soluciones teniendo en cuenta tanto los ahorros de agua en volumen y en euros, como la necesidad de inversión de cada medida. El estudio empieza con una auditoría hídrica en la que se puede detectar, por ejemplo, que las zonas verdes se han diseñado desde un punto de vista puramente estético y no funcional.

Usar césped en grandes extensiones, en zonas en las que ni siquiera hay accesos, o utilizar una especie poco adecuada para el clima son prácticas más que habituales. El otro flanco débil es la piscina. No hay que olvidar cubrirla cuando no se usa. “Evitará la evaporación de agua, que puede suponer el 50% del total, añade Martín.

Reciclaje hídrico

Para aumentar la disponibilidad de recursos hídricos sin que el gasto crezca hay que pensar en la reutilización de aguas grises y pluviales. España fue hace siglos pionera en Europa en el aprovechamiento del agua, pero hoy está en la cola del continente en la instalación de estas soluciones que tanta aplicación tienen en el centro y norte europeo. “En una comunidad de propietarios el consumo ronda los 200 litros por propietario y día. Si se instalan estos sistemas, así como otras medidas de ahorro (reguladores de presión, reductores de caudal…), bajaría a 120 o 135 litros”, comenta Silvia González, coordinadora de la Comisión de Aguas Grises y Pluviales de la Asociación Española de Empresas del Sector del Agua (Aqua España) y directora comercial de la compañía Aqua Ambient. Con estos dos equipos, el ahorro ronda el 80%. Eso sí, la inversión no baja de los 55.000 euros.

Las aguas grises —habitualmente procedentes de bañeras, duchas y lavamanos—, una vez tratadas adecuadamente, se utilizan para descarga de inodoros, riego de jardines, baldeo de calles y limpieza de exteriores (puntos donde no hay contacto directo con las personas)”, añade González. En el caso de las gotas de lluvia, existen multitud de aplicaciones diarias como cisternas, lavado de ropa o riego. González explica que los equipos para el reciclaje de aguas grises se componen de dos partes: tratamiento y acumulación. “El presupuesto del equipo (sin instalación ni salas técnicas ni mantenimiento) es de 10.000 euros para una vivienda aislada y 50.000 euros en un edificio de pisos.

Para la recogida del agua de lluvia se emplea un depósito de retención con un filtro de un milímetro y con un tabique interior para decantar el sólido en suspensión. En el segundo compartimento se sitúa el bombeo de extracción. Se puede completar con un sistema de cloración (para evitar la corrosión del agua estancada). El coste, que depende del volumen de captación y el lugar de instalación, se sitúa entre los 3.000 y 5.000 euros por finca, según González. Hay que tener en cuenta que los mantenimientos son realizados en ambos casos por empresas externas.

Hay quien ha ido más allá planteando sistemas de captación de lluvia adecuados para casas aisladas que quieran ser totalmente autosuficientes. El despacho Lisarq Arquitecta está proyectando Drops Roof, una placa que se instalará en las cubiertas y que combinará tres técnicas de captación: por el día destilará agua que puede contener cualquier tipo de impurezas y por la noche captará el rocío y la lluvia. “Trabaja las 24 horas del día, de forma pasiva y cubriendo totalmente la demanda de agua de la vivienda tanto para uso doméstico como para beber”, afirma la arquitecta Elisabet González.

Además, las placas, de las que solo existe un prototipo de momento, se podrán adquirir por módulos de un metro cuadrado y añadir o quitar según las necesidades del usuario. El sistema dependerá del clima, el lugar donde se encuentre y la superficie disponible para instalarlo. Para un consumo de 100 litros por persona al día se necesitarán 16 placas. Hay que tener en cuenta que al permitir también destilar las aguas grises se cerrará el círculo y se conseguirá que la vivienda sea autosuficiente en el consumo de agua, añaden en Lisarq.

FUENTE: EL PAÍS