Cientos de miles de comunidades de propietarios todavía disponen de calefacción central, cuyo arranque ya se ha producido en muchos edificios por la bajada de las temperaturas.
Una de las cuestiones que suscita mayor controversia en la comunidad, y más cuando afecta a los bolsillos de los propietarios, es la que tiene por objeto fijar el inicio y fin de la temporada. Intentamos despejar las dudas más recurrentes.
¿Existe alguna normativa que regule el inicio y la finalización del periodo de calefacción en comunidades de propietarios?
No existe temporada de calefacción oficial, ya que ninguna norma fija el inicio y final de la campaña. El periodo de calefacción debe ser adoptado por acuerdo de la comunidad de propietarios.
También es conveniente, según el Colegio Profesional de Administradores de Fincas de Madrid (CAFMadrid,) fijar unos horarios acordes a los usos del edificio. Para tomar esta decisión se debe analizar la regulación que disponga la instalación.
El horario de calefacción se fijará por acuerdo comunitario por mayoría simple y debe ser suficientemente amplio para conseguir que hasta las viviendas más desfavorecidas (plantas bajo cubierta y baja) alcancen las condiciones de confort.
En la actualidad se habla sobre la instalación de repartidores de costes de calefacción en aquellas viviendas de edificios que todavía tienen calefacción central, ¿es obligatorio?
A día de hoy, no se ha traspuesto al ordenamiento jurídico español la parte de la directiva que obligaba a la instalación de calefacción por lo que actualmente no es obligatorio.
No obstante, se trata de una sencilla operación en la que se instalan unos contadores o repartidores y, como dotación adicional necesaria válvulas termostáticas (ambos aparatos en cada radiaador).
Según Ignacio Abati, presidente de Aercca (Asociación Española de Repartidores de Costes de Calefacción) y director general de ista, “su instalación supone importantes ahorros económicos y de emisiones de gases contaminantes para los hogares. A nivel nacional, la medición individual significaría un ahorro cercano a los 1.100 millones de euros en los próximos cinco años, además de una reducción de 1,05 millones de toneladas de CO2 anuales”.
Las válvulas termostáticas regulan la temperatura pero no miden el consumo. “Lo más aconsejable es colocar tanto el repartidor como la válvula en el radiador, son elementos complementarios que optimizan su función cuando se instalan conjuntamente”, asegura Abati.
¿Es mejor apagar la calefacción cuando no se está en casa, o es preferible mantenerla muy baja permanentemente las 24 horas?
El consejo del IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía) es ajustar el encendido de la calefacción al horario real de ocupación de viviendas. Además, es importante apagarla por la noche, ya que con 15-17ºC es suficiente para dormir de una forma confortable. “Como norma, apagar por la noche y encender unos minutos al levantarse, es mucho más eficiente que dejarla encendida toda la noche”, recomienda el IDAE.
Un aspecto que hay que cuidar es el de la apertura de ventanas para ventilar las estancias. Se debe procurar hacer coincidir este momento con los periodos sin calefacción. Otros consejos es utilizar ropa de abrigo para estar en casa, bajar las persianas por las noches para que no se fugue el calor y correr las cortinas para evitar el frío desde los cristales.
Según el IDAE, “por cada ºC en que se incrementa la temperatura de un edificio o vivienda, el consumo energético aumenta en un 7%, al igual que el gasto en calefacción y las emisiones de CO2”.
¿Cómo incide el arranque de la calefacción en el conocido problema de la pobreza energética?
Supongamos que existen cuatro viviendas vacías en un edificio residencial. Durante el tiempo en que no están ocupadas, bien porque la promotora todavía no las ha vendido o no las ha querido sacar al mercado de alquiler, se corta la calefacción para hacer el mínimo gasto de energía posible.
Esta acción provocará que los pisos contiguos, que sí están habitados, tengan que compensar con mayor energía las pérdidas que se producen desde sus viviendas, para estar más calientes. Un sobrecoste que provoca que, durante el invierno, las familias sean más vulnerables a sufrir pobreza energética.
FUENTE: Idealista