El contenedor marrón se va extendiendo por la capital. Aunque en un principio los madrileños lo acogieron con un cierto escepticismo, poco a poco, se han ido acostumbrando a reciclar la basura orgánica en este contenedor.

Cinco distritos se suman a partir de hoy a la recogida selectiva de materia orgánica: Fuencarral-El Pardo, Retiro, Moratalaz, Carabanchel y Usera. El mes que viene, el próximo 1 de diciembre, se incorporarán Salamanca, Chamartín y Barajas.

Tan sólo faltaría el distrito Centro por unirse a este sistema y lo hará en 2020. Cuando termine todo este proceso, 688.000 hogares deberán depositar la basura orgánica en el cubo marrón y contribuirán de esta manera a la economía circular.

El Ayuntamiento ha puesto en marcha una campaña informativa Acierta con la orgánica con folletos y hojas informativas para despejar dudas a los residentes.

Y la pregunta del millón es: ¿qué hay que echar en el cubo marrón? Restos de fruta y verdura, de carne y de pescado, cáscaras de huevo, marisco y frutos secos, restos de infusiones y posos de café, corcho y servilletas de papel con restos de comida. ¿Y qué no hay que depositar en él? Aceite de cocina, colillas, pañales, maquinillas de afeitar, productos de higiene y excrementos de animales.

En definitiva, el grueso de la basura se va al cubo marrón, mientras que en el tradicional naranja sólo hay que arrojar los plásticos que no sean envases, los pañales y compresas, tiritas, colillas, cerámica y los excrementos de perros y gatos.

Una vez separados en casa, los restos orgánicos deberán depositarse en los cubos grises de tapa marrón que el Ayuntamiento colocará en la calle y en las comunidades de vecinos. La recogida se realizará con camiones ECO todos los días de la semana sin mezclar con ningún otro tipo de desperdicios.

¿Los madrileños reciclan bien? Contesta el director general de Servicios de Limpieza y Residuos, Víctor Sarabia: «El porcentaje de error es bajo. En el cubo marrón nos encontramos con un 80% de basura orgánica y con un 20% de cosas que no deberían estar ahí».

Las cifras de este año han mejorado con respecto a 2018. Así, la separación de envases de plástico ha crecido un 6%; la de vidrio, un 10%; la de papel, un 17% y la del punto limpio, un 8%.

Lo mismo ha sucedido con los bioresiduos. Si en el mes de noviembre de 2017 se reciclaban 885 toneladas de basura orgánica, en septiembre de 2019, se han reciclado 9.300 toneladas. En total, en lo que va de año, se han recogido 78.000 toneladas, según el Área de Medio Ambiente.

Otro cubo en casa

El principal quebradero de cabeza para los madrileños consiste en cómo meter un recipiente más en casa, ya que ahora hay que separar la basura en cinco cubos: el marrón para la orgánica, el naranja para el resto, el amarillo para los plásticos, el verde para el vidrio y el azul para el papel y el cartón.

Cuando arrancó el proyecto piloto, el Ayuntamiento distribuyó cubos marrones con agujeros a 250.000 familias, pero, ahora que se ha expandido al resto de la ciudad, ya no se reparten más.

Sin embargo, el mercado ha reaccionado ante esta nueva demanda y ya hay bastantes soluciones comerciales. Si su domicilio tiene poca amplitud, la mejor opción es introducir separadores dentro de un único cubo. Si cuenta con más espacio, puede tener varios cubos por cada tipo de basura en un cajón extraíble con sistema de raíles. Ikea también ha diseñado un pequeño mueble con cajones para cada tipo de desecho.

El sistema se ha ido implantando de manera escalonada por barrios para que los vecinos se adaptasen poco a poco al cambio. Así, la recogida de los residuos orgánicos arrancó el 1 de noviembre de 2017 en 17 zonas pioneras, y, al año siguiente, dio el salto a otros 12 distritos.

La Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM) considera que el reciclaje de basura orgánica es fundamental para resolver el problema de los residuos de la planta incineradora de Valdemingómez.

La ventaja de reciclar las toneladas de este tipo de basura es que se convierten en fertilizantes naturales o en energía (biogás) en lugar de ser eliminados en el vertedero. «Los restos orgánicos suponen el 40 o 50% del total de la basura, con lo que si ya llegan separados, se reduce a la mitad la cantidad de residuos que hay que incinerar», afirma Quique Villalobos, presidente de la FRAVM.

Sin embargo, Villalobos alerta de que es muy importante que la gente realice bien la selección, porque si hay muchos restos que no son orgánicos dentro del contenedor marrón, el resultado no es el adecuado. Por ejemplo, cuando se fabrica compost -un tipo de abono orgánico- si aparecen trozos de cerámica, no se obtiene un buen producto.

Desde el Colegio Profesional de de Administradores de Fincas de Madrid se quejan también de que muchos residentes reciclan mal y no separan adecuadamente las sobras. En ocasiones, los vecinos arrojan los restos orgánicos en el cubo sin bolsa, lo que causa malos olores, según indica Isabel Bajo, presidenta de los administradores de fincas.

Otro de los problemas con el que se encuentran las comunidades de vecinos es el vertido inadecuado del aceite doméstico o de las toallitas, que provoca cuantiosos costes.

«El vertido de aceite acarrea costes de limpieza de los sumideros y que oscilan entre 0,30 y 0,50 euros por litro. Mientras, el atranco por las toallitas va desde los 300 hasta los 1.400 euros, según el estado de la red», afirma Bajo.

En la actualidad, los residuos orgánicos se reciclan en la planta de Valdemingómez, donde se produce biogás que se inyecta a la red natural de gas. Cada año se generan 245.314 megavatio-hora (MWh), que son el equivalente al consumo eléctrico de 95.000 hogares.

Todo ello para cumplir con los objetivos de la Comisión Europea que exige que en 2020 el porcentaje de basura orgánica reciclada sea del 50%. Actualmente, Madrid se encuentra por encima del 30%, según los datos de Víctor Sarabia.

FUENTE: El mundo